sábado, 30 de agosto de 2014

Análisis cuantitativo marxista del sector industrial chileno - Sebastián Piñera (1972)





Introducción

-Se sugiere una metodología para darle contenido empírico a ciertas proposiciones básicas de la teoría económica marxista. Se señala la correspondencia que podría establecerse entre los conceptos teóricos marxistas y los conceptos estadísticos utilizados por las instituciones que recopilan la información estadística.

-Se pretende vincular algunos conceptos de la teoría económica marxista con los conceptos de la teoría económica neo-clásica pertinentes para facilitar estudios comparativos entre ambas teorías y poder distinguir más claramente sus diferencias y coincidencias. 


El método de la economía política - Karl Marx (En la Introducción a la crítica a la E.P.)





Cuando estudiamos un país determinado desde el punto de vista de la E.P., comenzamos por su población (...) que es base y sujeto de todo el acto social de la producción. Parece lo correcto comenzar por lo que hay de concreto y real en los datos. Pero, bien mirado, este método sería falso. La población es una abstracción si dejo de lado las clases de que se compone. (...) A su vez, son clases sin sentido si ignoro los elementos sobre los cuales reposan (trabajo asalariado, el capital, etc.). A su vez estos suponen otros elementos. Si comenzamos, pues, por la población, resultaría una representación caótica del todo. 

De lo concreto representado (la población como representada caóticamente), llegaría a abstracciones cada vez más sutiles, hasta alcanzar a las más simples determinaciones. Llegado a este punto, habría que volver a hacer el viaje a la inversa, hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez no con una representación caótica de un todo, sino con una rica totalidad de determinaciones y relaciones diversas. 

Lo concreto es concreto, porque es la síntesis de muchas determinaciones, es decir, unidad de lo diverso. Por eso lo concreto aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, y no como punto de partida. 

La totalidad concreta, como totalidad de pensamiento, como un concreto de pensamiento, es, en realidad, un producto del pensar (...) es la elaboración de la percepción y la representación en conceptos. 

Aunque la categoría simple haya podido existir históricamente antes que la más concreta, no puede precisamente pertenecer en su pleno desarrollo, interno y externo, sino a formaciones sociales complejas (por el ejemplo el dinero), mientras que la categorías más concreta se hallaba plenamente desarrollada en una forma de sociedad menos avanzada. 

La sociedad burguesa es la organización histórica de la producción más desarrollada, mas diferenciada. Las categorías que expresan sus relaciones y permiten la compresión de su estructura, posibilitan al mismo tiempo, comprender las relaciones de producción de todas las formas de sociedad desaparecidas, sobre cuyas ruinas y elementos se halla edificada (...) la anatomía del hombre es la clave de la anatomía del mono. Lo que en las especies animales inferiores indica una forma superior, no puede, por el contrario, comprenderse sino cuando se conoce la forma superior. Pero no según el método de los economistas que borran todas las diferencias históricas y ven la forma burguesa en todas las formas de sociedad. 

La sociedad burguesa únicamente llegó a comprender la sociedad feudal, antigua, oriental, cuando la sociedad burguesa comenzó a criticarse a sí misma. (¿auto referencialidad?). 

El capital es la potencia económica de la sociedad burguesa que lo domina todo. No se comprende la renta de la tierra sin el capital, pero sí el capital sin la renta de la tierra.

Sería, pues, erróneo colocar las categorías económicas en el orden según el cual han tenido históricamente una acción determinante. (...) No se trata del lugar que las relaciones económicas ocupen históricamente en la sucesión de las diferentes formas de sociedad. (...) Se trata de su conexión orgánica en el interior de la sociedad burguesa moderna.

En primer lugar, las determinaciones generales abstractas, que pertenecen más o menos a todas las formas de sociedad, pero en el sentido expuesto anteriormente.

En segundo lugar, las categorías que constituyen la organización interior de la sociedad burguesa, y sobre las que reposan las clases fundamentales: capital, trabajo asalariado. Propiedad de la tierra. Sus relaciones recíprocas. Ciudad y campo. Las tres grandes clases sociales. El cambio entre éstas. Circulación. Crédito.

En tercer lugar, la sociedad burguesa comprendida bajo la forma de Estado. El Estado en sí. Las clases improductivas. Impuestos. Deudas del Estado. El crédito público. La población. Las colonias. Emigración.

En cuarto ligar. Relaciones internacionales de producción. División internacional del trabajo. Cambio internacional. Exportación e importación. Curso del cambio. 

En quinto lugar, el mercado mundial y las crisis. 

N.R.
Agosto, 2014

martes, 26 de agosto de 2014

Crítica de la teoría de la explotación: K. Marx - Bohm-Bawerk




1. Presentación de la teoría de Marx sobre el valor e interés

Las bases de su teoría de la explotación aparecen expuestas en el primer tomo, el único publicado en vida del autor. El contenido del tercer tomo de El Capital se halla en contradicción con el primero, y viceversa.

Marx parte de la tesis de que el valor de toda mercancía se determina exclusivamente por la cantidad de trabajo que cuesta producirla.

Mercancía (...) según el sentido que el da a la palabra, no debemos entender, evidentemente, todos los bienes económicos, sino solamente los productos del trabajo destinados al mercado (148).  La obra de Marx comienza con el "análisis de la mercancía" y por ende Bohm-Bawerk parte resumiendo la teoría del valor de Marx a partir de la mercancía, define las categorías de valor de uso y valor de cambio, define la "ley del valor" y finalmente dice que para Marx en el tomo I el valor es igual al precio.: "oscilaciones constantes de los precios del mercado... se compensan, se destruyen mutuamente y se reducen por sí mismas al precio medio como su ley intrínseca" (I, 151, nota 37. No encontré en mi edición esta cita). 

Sobre estas bases de su teoría del valor erige Marx en seguida la segunda parte de su edificio doctrinal, su famosa teoría de la plusvalía.  ¿De dónde proviene este incremento, este remanente sobre la cantidad de dinero originalmente desembolsada, al que Marx da el nombre de plusvalía? Mercancía cuyo valor de uso posee la peregrina cualidad de ser fuente de valor de cambio. Esta mercancía es la capacidad de trabajo o la fuerza de trabajo (154). 

El valor de la mercancía fuerza de trabajo se rige, como el de cualquier otra, por el tiempo de trabajo necesario para su reproducción, es decir, en este caso, por el tiempo de trabajo necesario para producir la cantidad de medios de vida necesarios para el sustento del obrero (155).

Según Marx, la plusvalía se deriva del hecho de que el capitalista hace al obrero trabajar una parte del día para él sin pagarle nada a cambio (Bohm-Bawerk distingue entre tiempo de trabajo necesario y tiempo de trabajo sobrante). 

2. Innovaciones de Marx con respecto a Rodbertus

El lector atento descubrirá en esta doctrina (la de Marx) todos los rasgos esenciales de la teoría del interés de Rodbertus. 

La más importante, entre las innovaciones introducidas por Marx, es, evidentemente, el esfuerzo por razonar la tesis de que todo valor tiene por fuente el trabajo. 

3. La autoridad de Adam Smith y Ricardo

En apoyo a esta teoría suelen invocarse autores como los del título. Y no sin razón, aunque tampoco con completa razón. 

Ricardo: valor de cambio de los bienes proviene de dos fuentes: de su rareza y de la cantidad de trabajo que cuesta obtenerlos. Bohm-Bawerk continua agregando elementos de la teoría del valor trabajo en Smith y Ricardo, para llegar a las conclusiones que se presentan en el siguiente parrafo.

Ninguno de los dos autores se "detienen a razonar en modo alguno este principio, sino que se limitan a afirmarlo como una verdad evidente". "Sientan sin razonamiento alguno, simplemente como un axioma, la tesis de que el trabajo es el principio del valor de los bienes; pero esta tesis no tiene nada de axiomática. Por consiguiente, quien desee mantener esta afirmación en pie deberá prescindir en absoluto de Smith y Ricardo como autoridades y buscar otros puntos de apoyo con existencia propia" (168). "Son poquísimos los representantes de la teoría del valor por el trabajo a quienes podemos eximir de éste reproche. Entre estos pocos se encuentra Carlos Marx" (169).

4. Análisis y crítica de la posición de Marx

Ante quien busque una fundamentación real de aquella tesis (el fundamento del valor es el trabajo) se abren por sí mismos dos caminos:

Cabe examinar las relaciones de cambio de las mercancías tal como nos las ofrece la experiencia para ver si en ellas se refleja una armonía empírica entre la magnitud del valor de cambio y el gasto de trabajo (primer camino). 

Cabe también analizar los motivos psicológicos que inducen a las gentes, de una parte, en sus operaciones de cambio y en la fijación de sus precios, y, de otra parte en su cooperación a los actos de producción, para ver si de la naturaleza de estos motivos pueden sacarse conclusiones sobre el modo típico de proceder de los hombres, llegando así, posiblemente, a establecer una relación entre los precios normalmente exigidos y abanados y la cantidad de trabajo necesaria para la producción de mercancías  (segundo camino).

Marx no abraza ninguno de estos dos métodos naturales de investigación. En vez de ello Marx sigue un tercer camino, un tanto extraño para una materia como la de que se trata: el camino de una prueba puramente lógica, de una deducción dialéctica, basada en la esencia del cambio (170). Se representa el cambio de dos mercancías bajo el signo de la igualdad, dedica que en las dos cosas cambiadas y, por tanto, equiparadas tiene que existir necesariamente "un algo común de la misma magnitud" (171).
Supuesto de igualdad entre objetos que se intercambian es poco moderno y realista. "Donde existe igualdad y equilibrio perfecto, no suele alterarse el estado de reposo imperante" (171). Los economistas modernos son unánimes en creer que la antigua concepción de la equivalencia de los valores cambiados entre sí no responde a la verdad (172). 

Marx limita de antemano el alcance de sus investigaciones sobre la esencia del valor de cambio a las mercancías, deslindando este concepto, sin definirlo cuidadosamente, de un modo más estrecho que el de bienes y limitándolo a los productos del trabajo, por oposición a los de la naturaleza (173). El algo común que busca Marx, que permite el intercambio, debiese buscarse no solamente entre los productos del trabajo, sino también entre los dones de la naturaleza, como son la tierra, etc., que también se intercambian. 

"La eliminación de los dones de la naturaleza es de todo punto injustificable, sobre todo si tenemos en cuenta que ciertos dones, por ejemplo, la tierra, figuran entre los objetos más importantes de la riqueza y del tráfico" (174). Marx "se cuida de no explicar al lector que su concepto de mercancía es más estrecho que el de bien dotado de valor de cambio en general" (175). Esto entra en contradicción con su conocida frase "la riqueza de las sociedades en las que impera en régimen capitalista de producción no es sino un inmenso arsenal de mercancías" ¿Dones naturales no formarían parte de esta riqueza?

"Si Marx (...) no hubiese limitado su horizonte visual a los productos del trabajo, y se hubiese preocupado de buscar también en los dones de la naturaleza el algo común que le preocupaba, habría tenido que llegar, necesariamente, a la conclusión de que ese algo común no era precisamente el trabajo" (178). 

No puede existir valor de cambio donde no existe valor de uso; hecho que el propio Marx se ve obligado a reconocer reiteradas veces. Por ende Bohm-Bawerk sostiene que "no se puede hacer abstracción, pura y simplemente, de esta cualidad (valor de uso). 

Si se prescinde del valor de uso de la materialidad de las mercancías -dice Marx- solo queda en pie una cualidad, la de ser productos del trabajo. ¿No les queda además, por ejemplo, otra cualidad común, la de su rareza en proporción a la demanda?

No creemos que este barullo dialéctico pudiera ser base y fuente de convicción ni siquiera para el propio Marx. Marx sigue un camino torcido y absurdo (185). 

Marx creía en su tesis como un fanático cree en un dogma (185). A sus lectores tenía la obligación de probarles su tesis. Y como no habría podido conseguirlo ni por la vía empírica ni por la de la argumentación psicológica-económica, se entregó a la especulación lógica-dialéctica, que era además la que mejor cuadraba a su espíritu, y se dedicó a pulir y pulir, con una sutileza verdaderamente admirable, sus conceptos y sus premisas hasta que el resultado preconcebido y deseado de antemano fue cobrando una forma exteriormente plausible (186). 

El análisis de los motivos psicológicos que actúan en el proceso de formación del valor de cambio conduce, en realidad, a un resultado muy distinto, habrá de ser expuesto por nosotros en nuestro estudio sobre el problema del interés[1] y, en rigor, el propio Marx lo reconoce en el tercer tomo de su obra, publicado después de su muerte.  

¿Y la prueba empírica? ¿Que demuestran los hechos? La experiencia demuestra que el valor de cambio solo tratándose de una clase de bienes, y con respecto a éstos sólo de un modo provisional, guarda relación con la cantidad de trabajo que cuesta producirlos (186-187). 

Reuniremos en grupos de excepciones que dentro del mundo económico se hallan, empíricamente, en contradicción con el principio de trabajo (187).
1) Todos los bienes raros que, por un obstáculo jurídico o de hecho, no pueden reproducirse o, al menos, no pueden reproducirse en cantidades ilimitadas.  
2) Bienes que son fruto del trabajo cualificado. Marx recurre al expediente de presentar el trabajo cualificado como un múltiplo del trabajo corriente.
3) Bienes por los que se percibe una remuneración anormalmente baja.
4) Bienes que por virtud de la oferta y la demanda, su valor de cambio se desplaza muchas veces por encima o por debajo de aquel nivel que correspondería a la cantidad de trabajo materializado en los bienes.
5) De dos bienes cuya producción cuesta exactamente la misma cantidad de trabajo social medio alcanza un valor de cambio mayor aquel que requiere, para ser producido, un anticipo mayor de trabajo anterior. 

Resumiendo (193): "Hay una parte muy considerable de bienes para los que no rige la pretendida ley de que el valor de los bienes depende de la cantidad de trabajo materializado en ellos: para los demás no rige tampoco ni de un modo exacto". 

"El coste de trabajo constituye un factor que ejerce considerable influencia sobre el valor de cambio de muchos bienes; pero no, no mucho menos, como la causa definitiva y concluyente común a todos los fenómenos del valor, sino simplemente como una causa intermedia de orden particular" (194). El coste del trabajo es una causa general, pero intermedia, del valor de los bienes (195).

5. El tercer volumen de "El Capital"

"Tal era el juicio a que habíamos llegado hace ya muchos años, en la primera edición de esta obra, acerca de la ley del valor-trabajo en general y, en particular, acerca de la fundamentación sobre que Marx se apoya" (197). 

Bohm-Bawerk resume la distinción de Marx entre capital constante y capital variable, y afirma que la masa de la plusvalía solo puede hallarse en magnitud directa con la parte variable del capital (198-199). Luego dice que "capitales iguales tienen necesariamente que producir una cantidad desigual de plusvalía si es distinta su composición (...) orgánica" (200).

Y sigue con que "los capitales en cuya composición predomina el capital variable tienen que rendir necesariamente una cuota de ganancia más alta que aquellos en cuya composición predomina el capital constante. Pero la experiencia enseña que, por virtud de la nivelación de las ganancias, a la larga los capitales arrojan cuotas iguales de ganancia, cualquiera que su C.O. sea. Surge, pues, un conflicto manifiesto entre la realidad tal como es y la realidad tal como debiera ser según la doctrina de Marx" (200).  CONFLICTO PENDIENTE A RESOLVER Y SOLO TRAZADO BREVEMENTE EN EL PRIMER VOLUMEN.

Por fin el volumen tercer vino a calmar la expectación de quienes querían ver cómo se las arreglaba Marx para escapar al fatal dilema.  Este volumen no soluciona el problema,  este abandona la doctrina sostenida en el primer volumen (201). Marx en el tercer volumen "reconoce expresamente que en la realidad, gracias a la acción de la competencia, las cuotas de ganancia de los capitales, cualquiera que si C.O. sea, se nivelan y tienen necesariamente que nivelarse sobre la base de una cuota igual de ganancia media" (201). Y reconoce a sí mismo que "una cuota igual de ganancia, cuando la C.O. de los capitales es desigual, solo es posible cuando las distintas mercancías se cambian entre sí, no en proporción a su valor determinado por el trabajo, sino en una proporción diferente, de tal modo que las mercancías en cuya producción intervienen capitales con un tanto por ciento mayor de capital constante (C.O. alta) se cambien por encima de su valor y, por el contrario (...)" (202).  Marx reconoce que "en la práctica la formación de precios sigue realmente este camino. 

En la vida real las mercancías no se cambian con arreglo a sus valores, sino con arreglo a sus precios de producción o, para decirlo con las palabras eufemísticas de Marx: "los valores se convierten en precios de producción". 

En el tomo I se ofrece al lector una necesidad lógica desarrollada partiendo de la esencia misma del cambio. Por el contrario en el volumen tercero se nos dice que las mercancías equiparadas por medio del cambio contienen, real y normalmente y, además, tienen necesariamente que contener cantidades desiguales de trabajo (204). 

"En el volumen tercero de su obra sigue sosteniendo que la ley del valor formulada en el tomo primero preside las relaciones reales del cambio de bienes y se impone grandes esfuerzos y recurre a no pocas sutilezas dialécticas para poner de manifiesto la vigencia de dicha ley" (204). Si nos fijamos en la totalidad de las ramas de producción, tenemos que la ley del valor se imponen como la tendencia dominante, para Marx. Los marxistas mantienen la ley en pie en toda su pureza con respecto al producto nacional tomado en su conjunto: "Unas mercancías encierran mucha plusvalía y otras poca, por lo cual las diferencias entre el valor y los precios de las distintas mercancías se compensan mutuamente" (III, p. 140).


[1] Astarita (s/f) resume y comenta la teoría subjetiva del valor de Bohm-Bawerk: "No puede hablarse de producción de valor pues el valor ni se produce ni puede producirse" (1986, p. 27). La producción solo genera bienes, que tienen valor a partir de la valoración de los consumidores. Valoración basada a su vez en la utilidad y rareza relativa de esos bienes. Rechaza la misma idea de que el capital, entendido como medio de producción, genere valor, o plus valor (rechaza teorías de la productividad del capital). El interés para Bohm-Bawerk se origina por razones tres razones subjetivas combinadas: 1) Preferencia de los bienes presentes por sobre los futuros. 2) La gente tiende a subestimar el futuro, por deficiencias de imaginación. y 3) Los bienes presentes tienen una superioridad técnica por sobre los futuros.

Las metáforas teológicas en Marx - Enrique Dussel



PMa (premisa mayor): si un cristiano es capitalista.

PMe (premisa menor): y si el capital es la «Bestia» del Apocalipsis, el «demonio visible».

Conclusión: dicho cristiano se encuentra en contradicción práctica.

El tal cristiano podría evadir dicha contradicción de cuatro maneras:
1)      Afirmando su cristianismo y renunciando al ejercicio del capitalismo - (que es lo que intentaba Marx);
2)      Afirmando el capitalismo y renunciando al cristianismo (que acontecía y acontece con poca frecuencia);
3)      Inventando una religión fetichista, con el nombre de cristiana, modificada de tal manera que no fuera contradictoria con el capital (y de ahí la producción, por ejemplo, del puritanismo holandés o inglés, de una actitud religiosa que el capital necesita para su reproducción con «buena conciencia» )
4)      Interpretando de tal manera al capital (y esta es la función de la economía política capitalista de Smith, Ricardo, Malthus, etcétera, ocultando la no-eticidad esencial del capital) a fin de que no aparezca como contradictorio al cristianismo más auténtico y profético.

Y bien, las posibilidades 1) y 2) no necesitan crítica alguna, porque solucionan la contradicción objetivamente. La 4) es el desarrollo de El Capital; el capital intenta ocultar dicha no-eticidad del plus-valor por medio de la pretensión de «crear ganancia desde sí mismo», «de la nada». Y la 3) es escasamente tratada por Marx, pero existen referencias «metafóricas», que si se las toma sistemáticamente en serio, producen como resultado un discurso paralelo al discurso económico- filosófico central de Marx. Denominaremos a este discurso «metafórico» paralelo: la teología «metafórica» de Marx.

Si las metáforas tienen una lógica, entonces sí podemos hablar de una proto-teología o de una teología implícita de Marx. No fue, en el sentido estricto del término, un teólogo. Abrió el horizonte para una nueva teología -lo que es muy diferente-.

«[El dinero] de su figura de siervo (Knechtsgestalt), en la que se presenta como simple medio de circulación, se vuelve de improviso soberano y dios del mundo de las mercancías» (Grundrisse)

«El, a pesar de su figura divina (Gestalt Gottes), no se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se alienó a sí mismo y tomó la figura de siervo (Knechtsgestalt)» (Pablo 2, 6-7)

Mientras Cristo era de «figura divina» y se alienó asumiendo la «figura de siervo», el dinero (en movimiento contrario), siendo de «figura de siervo», se transforma en «dios» (el fetiche).

En efecto, Marx no dirá que «Dios ha muerto»; muy por el contrario, el capital es un «dios» bien vivo y que exige víctimas humanas (Moloch).

I.                    LA CRÍTICA DEL FETICHISMO

«Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la Bestia [...] y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la Bestia, o el número de su nombre» (Apocalipsis 17,13 y 13,17; texto citado en El Capital, I, cap. 2 [1873]).

DE JUDÍO Y LUTERANO CREYENTE A UNIVERSITARIO CRÍTICO (1835-1841)

Marx nace el 5 de mayo de 1818 en Tréveris, ciudad alemana de origen romano y de larga historia medieval, de una familia paterna judía (llamada Marx-Levi) de antigua tradición rabínica.

Ya que el emperador prusiano deseaba una burocracia homogénea, su padre es obligado a bautizarse luterano, entre 1816 y 1817. El 26 de agosto de 1824 hace lo propio Marx.

Vida” (simbolizada por los profetas de Israel, y por Marx, en la «sangre»)

Especial importancia que da el joven Marx a la «dignidad (Würde)» («la mayor dignidad», «La dignidad es lo que más eleva al hombre», «y sólo puede conferir dignidad aquella profesión»), ya que el viejo Marx de El Capital colocará la dignidad de la persona del trabajador como criterio ético absoluto en la crítica del capital.

Moloch, el dios de los ammonitas, al que le sacrificaban en holocausto principalmente niños. «Es sabido que los señores de Tiro y Cartago no aplacaban la cólera de los dioses sacrificándose ellos mismos, sino comprando niños a los pobres para arrojarlos a los brazos ígneos de Moloch». «El pobre niño –refiriéndose Marx a su propio hijito Heinrich Guido, muerto antes de un año en su pobrísimo y frío departamento de dos habitaciones, en Londres– ha sido un sacrificio (Opfer) a la Misere burguesa».

«Yahveh se presenta abiertamente y sin subterfugios: es el Dios verdadero por ser el Dios de la liberación. Su manifestación por excelencia fue en la lucha contra el faraón en Egipto. Pero, ¿quién es Baal y por qué aparece en la tradición como el archienemigo de Yahveh? Es lógico suponer que el enemigo del Dios de la liberación sea el dios que legitima la dominación. Y veremos más adelante que Baal fue efectivamente el dios de los dominadores».

CRÍTICA A LA CRISTIANDAD Y EL ORIGEN DE LA CUESTIÓN DEL FETICHISMO (DE 1842 A OCTUBRE DE 1843)

Marx, todavía no socialista, pequeño burgués demócrata radical, defiende la libertad en general, la libertad de prensa en particular, ante el Estado autoritario, policíaco, y en la línea crítica de los pietistas.

ORIGEN DE LA CRÍTICA ANTIFETICHISTA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA (DE OCTUBRE DE 1843 A 1844)

Pareciera que la Introducción a la crítica de la Filosofía del derecho de Hegel, y al menos la primera parte de La cuestión judía, las escribió Marx en Kreuznach antes de trasladarse en exilio a París. Son obras presocialistas (pequeño burguesas radicales).

La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra, la protesta contra la miseria real [...] La religión es opio del pueblo.

Esquema 1.1     
DIVERSOS NIVELES DE LA ESENCIA DE LA RELIGIÓN Y SUS MANIFESTACIONES, ABSTRACTAS Y CONCRETAS, PROFUNDAS Y SUPERFICIALES
Marx se sitúa siempre en el Nivel II.B del esquema 1.1, pero no vislumbra (aunque hay indicaciones positivas, como veremos), ni por ello niega la esencia absolutamente abstracta de la religión (Nivel I) (como la relación abstracta de la persona y el Absoluto, sea el que fuere) y su posible manifestación concreta: la esencia general de la religión como liberación (Nivel II.A).

Habiendo entonces llegado a París, trabando contacto con la clase obrera industrial y habiendo leído el artículo de Engels: «Esbozo de una crítica de la economía política», se produce la ruptura –palabra de Marx y no aquí de Althusser– a finales de 1843 o comienzo de 1844.

De pronto Marx realiza una inversión completa, y de una crítica teológica baueriana (obsérvese que para Marx el problema había sido teológico) contra la religión positiva en favor de un Estado como expresión del hombre genérico según Feuerbach, ahora lanza una crítica económica contra la religión práctico-fetichista en favor del proletariado.

«No busquemos el misterio del judío en su religión, busquemos el misterio (Geheimnis) de su religión en el judío real [...] ¿Cuál es el culto mundano (weltliche Kultus) que el judío practica? La usura. ¿Cuál su dios mundano? El dinero».

Ahora es necesario «acabar con la esencia empírica» (económica) de la religión, y el judaísmo como religión de dominación quedaría aniquilado.

Desde este momento en adelante el ateísmo no es más necesario; el socialismo es la superación práctica de tal ateísmo. Esta es la posición definitiva de Marx sobre la cuestión, y por ello nunca aceptará en el futuro un ateísmo militante.

Aquí ya tenemos una idea concreta y exacta del demonio, de satán. Es una «fuerza divina», un «Poder», una Divinidad visible. Y de todo esto la economía política no nos proporciona ninguna explicación.

CRÍTICA DEL IDEALISMO RELIGIOSO (1844-1846)

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