1. Presentación de la
teoría de Marx sobre el valor e interés
Las bases de su teoría de la
explotación aparecen expuestas en el primer tomo, el único publicado en vida
del autor. El contenido del tercer tomo de El Capital se halla en contradicción
con el primero, y viceversa.
Marx parte de la tesis de que el
valor de toda mercancía se determina exclusivamente por la cantidad de trabajo
que cuesta producirla.
Mercancía (...) según el sentido
que el da a la palabra, no debemos entender, evidentemente, todos los bienes
económicos, sino solamente los productos del trabajo destinados al mercado
(148). La obra de Marx comienza con el "análisis
de la mercancía" y por ende Bohm-Bawerk parte resumiendo la teoría del
valor de Marx a partir de la mercancía, define las categorías de valor de uso y
valor de cambio, define la "ley del valor" y finalmente dice que para
Marx en el tomo I el valor es igual al precio.: "oscilaciones constantes
de los precios del mercado... se compensan, se destruyen mutuamente y se
reducen por sí mismas al precio medio como su ley intrínseca" (I, 151,
nota 37. No encontré en mi edición esta cita).
Sobre estas bases de su teoría
del valor erige Marx en seguida la segunda parte de su edificio doctrinal, su
famosa teoría de la plusvalía. ¿De dónde
proviene este incremento, este remanente sobre la cantidad de dinero
originalmente desembolsada, al que Marx da el nombre de plusvalía? Mercancía
cuyo valor de uso posee la peregrina cualidad de ser fuente de valor de cambio.
Esta mercancía es la capacidad de trabajo o la fuerza de trabajo (154).
El valor de la mercancía fuerza
de trabajo se rige, como el de cualquier otra, por el tiempo de trabajo
necesario para su reproducción, es decir, en este caso, por el tiempo de
trabajo necesario para producir la cantidad de medios de vida necesarios para
el sustento del obrero (155).
Según Marx, la plusvalía se
deriva del hecho de que el capitalista hace al obrero trabajar una parte del
día para él sin pagarle nada a cambio (Bohm-Bawerk distingue entre tiempo de trabajo
necesario y tiempo de trabajo sobrante).
2. Innovaciones de Marx con respecto a Rodbertus
El lector atento descubrirá en
esta doctrina (la de Marx) todos los rasgos esenciales de la teoría del interés
de Rodbertus.
La más importante, entre las
innovaciones introducidas por Marx, es, evidentemente, el esfuerzo por razonar
la tesis de que todo valor tiene por fuente el trabajo.
3. La autoridad de Adam Smith y Ricardo
En apoyo a esta teoría suelen
invocarse autores como los del título. Y no sin razón, aunque tampoco con
completa razón.
Ricardo: valor de cambio de los
bienes proviene de dos fuentes: de su rareza y de la cantidad de trabajo que
cuesta obtenerlos. Bohm-Bawerk continua agregando elementos de la teoría del
valor trabajo en Smith y Ricardo, para llegar a las conclusiones que se
presentan en el siguiente parrafo.
Ninguno de los dos autores se
"detienen a razonar en modo alguno este principio, sino que se limitan a
afirmarlo como una verdad evidente". "Sientan sin razonamiento
alguno, simplemente como un axioma, la tesis de que el trabajo es el principio
del valor de los bienes; pero esta tesis no tiene nada de axiomática. Por
consiguiente, quien desee mantener esta afirmación en pie deberá prescindir en
absoluto de Smith y Ricardo como autoridades y buscar otros puntos de apoyo con
existencia propia" (168). "Son poquísimos los representantes de la teoría
del valor por el trabajo a quienes podemos eximir de éste reproche. Entre estos
pocos se encuentra Carlos Marx" (169).
4. Análisis y crítica de la posición de Marx
Ante quien busque una fundamentación
real de aquella tesis (el fundamento del valor es el trabajo) se abren por sí
mismos dos caminos:
Cabe examinar las relaciones de
cambio de las mercancías tal como nos las ofrece la experiencia para ver si en
ellas se refleja una armonía empírica entre la magnitud del valor de cambio y
el gasto de trabajo (primer camino).
Cabe también analizar los motivos
psicológicos que inducen a las gentes, de una parte, en sus operaciones de
cambio y en la fijación de sus precios, y, de otra parte en su cooperación a
los actos de producción, para ver si de la naturaleza de estos motivos pueden
sacarse conclusiones sobre el modo típico de proceder de los hombres, llegando así,
posiblemente, a establecer una relación entre los precios normalmente exigidos
y abanados y la cantidad de trabajo necesaria para la producción de mercancías (segundo camino).
Marx no abraza ninguno de estos
dos métodos naturales de investigación. En vez de ello Marx sigue un tercer
camino, un tanto extraño para una materia como la de que se trata: el camino de
una prueba puramente lógica, de una deducción dialéctica, basada en la esencia
del cambio (170). Se representa el cambio de dos mercancías bajo el signo de la
igualdad, dedica que en las dos cosas cambiadas y, por tanto, equiparadas tiene
que existir necesariamente "un algo común de la misma magnitud"
(171).
Supuesto de igualdad entre
objetos que se intercambian es poco moderno y realista. "Donde existe
igualdad y equilibrio perfecto, no suele alterarse el estado de reposo
imperante" (171). Los economistas modernos son unánimes en creer que la
antigua concepción de la equivalencia de los valores cambiados entre sí no
responde a la verdad (172).
Marx limita de antemano el
alcance de sus investigaciones sobre la esencia del valor de cambio a las
mercancías, deslindando este concepto, sin definirlo cuidadosamente, de un modo
más estrecho que el de bienes y limitándolo a los productos del trabajo, por oposición
a los de la naturaleza (173). El algo común que busca Marx, que permite el
intercambio, debiese buscarse no solamente entre los productos del trabajo,
sino también entre los dones de la naturaleza, como son la tierra, etc., que
también se intercambian.
"La eliminación de los dones
de la naturaleza es de todo punto injustificable, sobre todo si tenemos en
cuenta que ciertos dones, por ejemplo, la tierra, figuran entre los objetos más
importantes de la riqueza y del tráfico" (174). Marx "se cuida de no
explicar al lector que su concepto de mercancía es más estrecho que el de bien
dotado de valor de cambio en general" (175). Esto entra en contradicción
con su conocida frase "la riqueza de las sociedades en las que impera en régimen
capitalista de producción no es sino un inmenso arsenal de mercancías"
¿Dones naturales no formarían parte de esta riqueza?
"Si Marx (...) no hubiese
limitado su horizonte visual a los productos del trabajo, y se hubiese
preocupado de buscar también en los dones de la naturaleza el algo común que le
preocupaba, habría tenido que llegar, necesariamente, a la conclusión de que
ese algo común no era precisamente el trabajo" (178).
No puede existir valor de cambio
donde no existe valor de uso; hecho que el propio Marx se ve obligado a
reconocer reiteradas veces. Por ende Bohm-Bawerk sostiene que "no se puede
hacer abstracción, pura y simplemente, de esta cualidad (valor de uso).
Si se prescinde del valor de uso
de la materialidad de las mercancías -dice Marx- solo queda en pie una
cualidad, la de ser productos del trabajo. ¿No les queda además, por ejemplo,
otra cualidad común, la de su rareza en proporción a la demanda?
No creemos que este barullo
dialéctico pudiera ser base y fuente de convicción ni siquiera para el propio
Marx. Marx sigue un camino torcido y absurdo (185).
Marx creía en su tesis como un
fanático cree en un dogma (185). A sus lectores tenía la obligación de probarles
su tesis. Y como no habría podido conseguirlo ni por la vía empírica ni por la
de la argumentación psicológica-económica, se entregó a la especulación
lógica-dialéctica, que era además la que mejor cuadraba a su espíritu, y se
dedicó a pulir y pulir, con una sutileza verdaderamente admirable, sus
conceptos y sus premisas hasta que el resultado preconcebido y deseado de
antemano fue cobrando una forma exteriormente plausible (186).
El análisis de los motivos
psicológicos que actúan en el proceso de formación del valor de cambio conduce,
en realidad, a un resultado muy distinto, habrá de ser expuesto por nosotros en
nuestro estudio sobre el problema del interés
y, en rigor, el propio Marx lo reconoce en el tercer tomo de su obra, publicado
después de su muerte.
¿Y la prueba empírica? ¿Que
demuestran los hechos? La experiencia demuestra que el valor de cambio solo
tratándose de una clase de bienes, y con respecto a éstos sólo de un modo
provisional, guarda relación con la cantidad de trabajo que cuesta producirlos
(186-187).
Reuniremos en grupos de
excepciones que dentro del mundo económico se hallan, empíricamente, en
contradicción con el principio de trabajo (187).
1) Todos los bienes raros que,
por un obstáculo jurídico o de hecho, no pueden reproducirse o, al menos, no
pueden reproducirse en cantidades ilimitadas.
2) Bienes que son fruto del
trabajo cualificado. Marx recurre al expediente de presentar el trabajo
cualificado como un múltiplo del trabajo corriente.
3) Bienes por los que se percibe
una remuneración anormalmente baja.
4) Bienes que por virtud de la
oferta y la demanda, su valor de cambio se desplaza muchas veces por encima o
por debajo de aquel nivel que correspondería a la cantidad de trabajo materializado
en los bienes.
5) De dos bienes cuya producción
cuesta exactamente la misma cantidad de trabajo social medio alcanza un valor
de cambio mayor aquel que requiere, para ser producido, un anticipo mayor de
trabajo anterior.
Resumiendo (193): "Hay una
parte muy considerable de bienes para los que no rige la pretendida ley de que
el valor de los bienes depende de la cantidad de trabajo materializado en
ellos: para los demás no rige tampoco ni de un modo exacto".
"El coste de trabajo
constituye un factor que ejerce considerable influencia sobre el valor de
cambio de muchos bienes; pero no, no mucho menos, como la causa definitiva y
concluyente común a todos los fenómenos del valor, sino simplemente como una
causa intermedia de orden particular" (194). El coste del trabajo es una
causa general, pero intermedia, del valor de los bienes (195).
5. El tercer volumen de "El
Capital"
"Tal era el juicio a que
habíamos llegado hace ya muchos años, en la primera edición de esta obra,
acerca de la ley del valor-trabajo en general y, en particular, acerca de la
fundamentación sobre que Marx se apoya" (197).
Bohm-Bawerk resume la distinción
de Marx entre capital constante y capital variable, y afirma que la masa de la
plusvalía solo puede hallarse en magnitud directa con la parte variable del
capital (198-199). Luego dice que "capitales iguales tienen necesariamente
que producir una cantidad desigual de plusvalía si es distinta su composición
(...) orgánica" (200).
Y sigue con que "los
capitales en cuya composición predomina el capital variable tienen que rendir
necesariamente una cuota de ganancia más alta que aquellos en cuya composición
predomina el capital constante. Pero la experiencia enseña que, por virtud de
la nivelación de las ganancias, a la larga los capitales arrojan cuotas iguales
de ganancia, cualquiera que su C.O. sea. Surge, pues, un conflicto manifiesto
entre la realidad tal como es y la realidad tal como debiera ser según la
doctrina de Marx" (200). CONFLICTO
PENDIENTE A RESOLVER Y SOLO TRAZADO BREVEMENTE EN EL PRIMER VOLUMEN.
Por fin el volumen tercer vino a
calmar la expectación de quienes querían ver cómo se las arreglaba Marx para
escapar al fatal dilema. Este volumen no
soluciona el problema, este abandona la
doctrina sostenida en el primer volumen (201). Marx en el tercer volumen
"reconoce expresamente que en la realidad, gracias a la acción de la
competencia, las cuotas de ganancia de los capitales, cualquiera que si C.O.
sea, se nivelan y tienen necesariamente que nivelarse sobre la base de una
cuota igual de ganancia media" (201). Y reconoce a sí mismo que "una
cuota igual de ganancia, cuando la C.O. de los capitales es desigual, solo es
posible cuando las distintas mercancías se cambian entre sí, no en proporción a
su valor determinado por el trabajo, sino en una proporción diferente, de tal
modo que las mercancías en cuya producción intervienen capitales con un tanto
por ciento mayor de capital constante (C.O. alta) se cambien por encima de su
valor y, por el contrario (...)" (202).
Marx reconoce que "en la práctica la formación de precios sigue
realmente este camino.
En la vida real las mercancías no
se cambian con arreglo a sus valores, sino con arreglo a sus precios de
producción o, para decirlo con las palabras eufemísticas de Marx: "los
valores se convierten en precios de producción".
En el tomo I se ofrece al lector
una necesidad lógica desarrollada partiendo de la esencia misma del cambio. Por
el contrario en el volumen tercero se nos dice que las mercancías equiparadas
por medio del cambio contienen, real y normalmente y, además, tienen
necesariamente que contener cantidades desiguales de trabajo (204).
"En el volumen tercero de su
obra sigue sosteniendo que la ley del valor formulada en el tomo primero
preside las relaciones reales del cambio de bienes y se impone grandes
esfuerzos y recurre a no pocas sutilezas dialécticas para poner de manifiesto
la vigencia de dicha ley" (204). Si nos fijamos en la totalidad de las
ramas de producción, tenemos que la ley del valor se imponen como la tendencia
dominante, para Marx. Los marxistas mantienen la ley en pie en toda su pureza
con respecto al producto nacional tomado en su conjunto: "Unas mercancías
encierran mucha plusvalía y otras poca, por lo cual las diferencias entre el
valor y los precios de las distintas mercancías se compensan mutuamente"
(III, p. 140).