martes, 26 de agosto de 2014

Crítica de la teoría de la explotación: K. Marx - Bohm-Bawerk




1. Presentación de la teoría de Marx sobre el valor e interés

Las bases de su teoría de la explotación aparecen expuestas en el primer tomo, el único publicado en vida del autor. El contenido del tercer tomo de El Capital se halla en contradicción con el primero, y viceversa.

Marx parte de la tesis de que el valor de toda mercancía se determina exclusivamente por la cantidad de trabajo que cuesta producirla.

Mercancía (...) según el sentido que el da a la palabra, no debemos entender, evidentemente, todos los bienes económicos, sino solamente los productos del trabajo destinados al mercado (148).  La obra de Marx comienza con el "análisis de la mercancía" y por ende Bohm-Bawerk parte resumiendo la teoría del valor de Marx a partir de la mercancía, define las categorías de valor de uso y valor de cambio, define la "ley del valor" y finalmente dice que para Marx en el tomo I el valor es igual al precio.: "oscilaciones constantes de los precios del mercado... se compensan, se destruyen mutuamente y se reducen por sí mismas al precio medio como su ley intrínseca" (I, 151, nota 37. No encontré en mi edición esta cita). 

Sobre estas bases de su teoría del valor erige Marx en seguida la segunda parte de su edificio doctrinal, su famosa teoría de la plusvalía.  ¿De dónde proviene este incremento, este remanente sobre la cantidad de dinero originalmente desembolsada, al que Marx da el nombre de plusvalía? Mercancía cuyo valor de uso posee la peregrina cualidad de ser fuente de valor de cambio. Esta mercancía es la capacidad de trabajo o la fuerza de trabajo (154). 

El valor de la mercancía fuerza de trabajo se rige, como el de cualquier otra, por el tiempo de trabajo necesario para su reproducción, es decir, en este caso, por el tiempo de trabajo necesario para producir la cantidad de medios de vida necesarios para el sustento del obrero (155).

Según Marx, la plusvalía se deriva del hecho de que el capitalista hace al obrero trabajar una parte del día para él sin pagarle nada a cambio (Bohm-Bawerk distingue entre tiempo de trabajo necesario y tiempo de trabajo sobrante). 

2. Innovaciones de Marx con respecto a Rodbertus

El lector atento descubrirá en esta doctrina (la de Marx) todos los rasgos esenciales de la teoría del interés de Rodbertus. 

La más importante, entre las innovaciones introducidas por Marx, es, evidentemente, el esfuerzo por razonar la tesis de que todo valor tiene por fuente el trabajo. 

3. La autoridad de Adam Smith y Ricardo

En apoyo a esta teoría suelen invocarse autores como los del título. Y no sin razón, aunque tampoco con completa razón. 

Ricardo: valor de cambio de los bienes proviene de dos fuentes: de su rareza y de la cantidad de trabajo que cuesta obtenerlos. Bohm-Bawerk continua agregando elementos de la teoría del valor trabajo en Smith y Ricardo, para llegar a las conclusiones que se presentan en el siguiente parrafo.

Ninguno de los dos autores se "detienen a razonar en modo alguno este principio, sino que se limitan a afirmarlo como una verdad evidente". "Sientan sin razonamiento alguno, simplemente como un axioma, la tesis de que el trabajo es el principio del valor de los bienes; pero esta tesis no tiene nada de axiomática. Por consiguiente, quien desee mantener esta afirmación en pie deberá prescindir en absoluto de Smith y Ricardo como autoridades y buscar otros puntos de apoyo con existencia propia" (168). "Son poquísimos los representantes de la teoría del valor por el trabajo a quienes podemos eximir de éste reproche. Entre estos pocos se encuentra Carlos Marx" (169).

4. Análisis y crítica de la posición de Marx

Ante quien busque una fundamentación real de aquella tesis (el fundamento del valor es el trabajo) se abren por sí mismos dos caminos:

Cabe examinar las relaciones de cambio de las mercancías tal como nos las ofrece la experiencia para ver si en ellas se refleja una armonía empírica entre la magnitud del valor de cambio y el gasto de trabajo (primer camino). 

Cabe también analizar los motivos psicológicos que inducen a las gentes, de una parte, en sus operaciones de cambio y en la fijación de sus precios, y, de otra parte en su cooperación a los actos de producción, para ver si de la naturaleza de estos motivos pueden sacarse conclusiones sobre el modo típico de proceder de los hombres, llegando así, posiblemente, a establecer una relación entre los precios normalmente exigidos y abanados y la cantidad de trabajo necesaria para la producción de mercancías  (segundo camino).

Marx no abraza ninguno de estos dos métodos naturales de investigación. En vez de ello Marx sigue un tercer camino, un tanto extraño para una materia como la de que se trata: el camino de una prueba puramente lógica, de una deducción dialéctica, basada en la esencia del cambio (170). Se representa el cambio de dos mercancías bajo el signo de la igualdad, dedica que en las dos cosas cambiadas y, por tanto, equiparadas tiene que existir necesariamente "un algo común de la misma magnitud" (171).
Supuesto de igualdad entre objetos que se intercambian es poco moderno y realista. "Donde existe igualdad y equilibrio perfecto, no suele alterarse el estado de reposo imperante" (171). Los economistas modernos son unánimes en creer que la antigua concepción de la equivalencia de los valores cambiados entre sí no responde a la verdad (172). 

Marx limita de antemano el alcance de sus investigaciones sobre la esencia del valor de cambio a las mercancías, deslindando este concepto, sin definirlo cuidadosamente, de un modo más estrecho que el de bienes y limitándolo a los productos del trabajo, por oposición a los de la naturaleza (173). El algo común que busca Marx, que permite el intercambio, debiese buscarse no solamente entre los productos del trabajo, sino también entre los dones de la naturaleza, como son la tierra, etc., que también se intercambian. 

"La eliminación de los dones de la naturaleza es de todo punto injustificable, sobre todo si tenemos en cuenta que ciertos dones, por ejemplo, la tierra, figuran entre los objetos más importantes de la riqueza y del tráfico" (174). Marx "se cuida de no explicar al lector que su concepto de mercancía es más estrecho que el de bien dotado de valor de cambio en general" (175). Esto entra en contradicción con su conocida frase "la riqueza de las sociedades en las que impera en régimen capitalista de producción no es sino un inmenso arsenal de mercancías" ¿Dones naturales no formarían parte de esta riqueza?

"Si Marx (...) no hubiese limitado su horizonte visual a los productos del trabajo, y se hubiese preocupado de buscar también en los dones de la naturaleza el algo común que le preocupaba, habría tenido que llegar, necesariamente, a la conclusión de que ese algo común no era precisamente el trabajo" (178). 

No puede existir valor de cambio donde no existe valor de uso; hecho que el propio Marx se ve obligado a reconocer reiteradas veces. Por ende Bohm-Bawerk sostiene que "no se puede hacer abstracción, pura y simplemente, de esta cualidad (valor de uso). 

Si se prescinde del valor de uso de la materialidad de las mercancías -dice Marx- solo queda en pie una cualidad, la de ser productos del trabajo. ¿No les queda además, por ejemplo, otra cualidad común, la de su rareza en proporción a la demanda?

No creemos que este barullo dialéctico pudiera ser base y fuente de convicción ni siquiera para el propio Marx. Marx sigue un camino torcido y absurdo (185). 

Marx creía en su tesis como un fanático cree en un dogma (185). A sus lectores tenía la obligación de probarles su tesis. Y como no habría podido conseguirlo ni por la vía empírica ni por la de la argumentación psicológica-económica, se entregó a la especulación lógica-dialéctica, que era además la que mejor cuadraba a su espíritu, y se dedicó a pulir y pulir, con una sutileza verdaderamente admirable, sus conceptos y sus premisas hasta que el resultado preconcebido y deseado de antemano fue cobrando una forma exteriormente plausible (186). 

El análisis de los motivos psicológicos que actúan en el proceso de formación del valor de cambio conduce, en realidad, a un resultado muy distinto, habrá de ser expuesto por nosotros en nuestro estudio sobre el problema del interés[1] y, en rigor, el propio Marx lo reconoce en el tercer tomo de su obra, publicado después de su muerte.  

¿Y la prueba empírica? ¿Que demuestran los hechos? La experiencia demuestra que el valor de cambio solo tratándose de una clase de bienes, y con respecto a éstos sólo de un modo provisional, guarda relación con la cantidad de trabajo que cuesta producirlos (186-187). 

Reuniremos en grupos de excepciones que dentro del mundo económico se hallan, empíricamente, en contradicción con el principio de trabajo (187).
1) Todos los bienes raros que, por un obstáculo jurídico o de hecho, no pueden reproducirse o, al menos, no pueden reproducirse en cantidades ilimitadas.  
2) Bienes que son fruto del trabajo cualificado. Marx recurre al expediente de presentar el trabajo cualificado como un múltiplo del trabajo corriente.
3) Bienes por los que se percibe una remuneración anormalmente baja.
4) Bienes que por virtud de la oferta y la demanda, su valor de cambio se desplaza muchas veces por encima o por debajo de aquel nivel que correspondería a la cantidad de trabajo materializado en los bienes.
5) De dos bienes cuya producción cuesta exactamente la misma cantidad de trabajo social medio alcanza un valor de cambio mayor aquel que requiere, para ser producido, un anticipo mayor de trabajo anterior. 

Resumiendo (193): "Hay una parte muy considerable de bienes para los que no rige la pretendida ley de que el valor de los bienes depende de la cantidad de trabajo materializado en ellos: para los demás no rige tampoco ni de un modo exacto". 

"El coste de trabajo constituye un factor que ejerce considerable influencia sobre el valor de cambio de muchos bienes; pero no, no mucho menos, como la causa definitiva y concluyente común a todos los fenómenos del valor, sino simplemente como una causa intermedia de orden particular" (194). El coste del trabajo es una causa general, pero intermedia, del valor de los bienes (195).

5. El tercer volumen de "El Capital"

"Tal era el juicio a que habíamos llegado hace ya muchos años, en la primera edición de esta obra, acerca de la ley del valor-trabajo en general y, en particular, acerca de la fundamentación sobre que Marx se apoya" (197). 

Bohm-Bawerk resume la distinción de Marx entre capital constante y capital variable, y afirma que la masa de la plusvalía solo puede hallarse en magnitud directa con la parte variable del capital (198-199). Luego dice que "capitales iguales tienen necesariamente que producir una cantidad desigual de plusvalía si es distinta su composición (...) orgánica" (200).

Y sigue con que "los capitales en cuya composición predomina el capital variable tienen que rendir necesariamente una cuota de ganancia más alta que aquellos en cuya composición predomina el capital constante. Pero la experiencia enseña que, por virtud de la nivelación de las ganancias, a la larga los capitales arrojan cuotas iguales de ganancia, cualquiera que su C.O. sea. Surge, pues, un conflicto manifiesto entre la realidad tal como es y la realidad tal como debiera ser según la doctrina de Marx" (200).  CONFLICTO PENDIENTE A RESOLVER Y SOLO TRAZADO BREVEMENTE EN EL PRIMER VOLUMEN.

Por fin el volumen tercer vino a calmar la expectación de quienes querían ver cómo se las arreglaba Marx para escapar al fatal dilema.  Este volumen no soluciona el problema,  este abandona la doctrina sostenida en el primer volumen (201). Marx en el tercer volumen "reconoce expresamente que en la realidad, gracias a la acción de la competencia, las cuotas de ganancia de los capitales, cualquiera que si C.O. sea, se nivelan y tienen necesariamente que nivelarse sobre la base de una cuota igual de ganancia media" (201). Y reconoce a sí mismo que "una cuota igual de ganancia, cuando la C.O. de los capitales es desigual, solo es posible cuando las distintas mercancías se cambian entre sí, no en proporción a su valor determinado por el trabajo, sino en una proporción diferente, de tal modo que las mercancías en cuya producción intervienen capitales con un tanto por ciento mayor de capital constante (C.O. alta) se cambien por encima de su valor y, por el contrario (...)" (202).  Marx reconoce que "en la práctica la formación de precios sigue realmente este camino. 

En la vida real las mercancías no se cambian con arreglo a sus valores, sino con arreglo a sus precios de producción o, para decirlo con las palabras eufemísticas de Marx: "los valores se convierten en precios de producción". 

En el tomo I se ofrece al lector una necesidad lógica desarrollada partiendo de la esencia misma del cambio. Por el contrario en el volumen tercero se nos dice que las mercancías equiparadas por medio del cambio contienen, real y normalmente y, además, tienen necesariamente que contener cantidades desiguales de trabajo (204). 

"En el volumen tercero de su obra sigue sosteniendo que la ley del valor formulada en el tomo primero preside las relaciones reales del cambio de bienes y se impone grandes esfuerzos y recurre a no pocas sutilezas dialécticas para poner de manifiesto la vigencia de dicha ley" (204). Si nos fijamos en la totalidad de las ramas de producción, tenemos que la ley del valor se imponen como la tendencia dominante, para Marx. Los marxistas mantienen la ley en pie en toda su pureza con respecto al producto nacional tomado en su conjunto: "Unas mercancías encierran mucha plusvalía y otras poca, por lo cual las diferencias entre el valor y los precios de las distintas mercancías se compensan mutuamente" (III, p. 140).


[1] Astarita (s/f) resume y comenta la teoría subjetiva del valor de Bohm-Bawerk: "No puede hablarse de producción de valor pues el valor ni se produce ni puede producirse" (1986, p. 27). La producción solo genera bienes, que tienen valor a partir de la valoración de los consumidores. Valoración basada a su vez en la utilidad y rareza relativa de esos bienes. Rechaza la misma idea de que el capital, entendido como medio de producción, genere valor, o plus valor (rechaza teorías de la productividad del capital). El interés para Bohm-Bawerk se origina por razones tres razones subjetivas combinadas: 1) Preferencia de los bienes presentes por sobre los futuros. 2) La gente tiende a subestimar el futuro, por deficiencias de imaginación. y 3) Los bienes presentes tienen una superioridad técnica por sobre los futuros.

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