Con los cambios iniciados desde finales de los setenta han
sido cuestionados:
a)
La centralidad del trabajo entre los mundos de
la vida de los trabajadores (Offe, 1980)
b)
En particular su importancia en la constitución
de subjetividades, identidades y acciones colectivas (Liotard, 1985)
El significado del Trabajo en la teoría social puede ser
abordado desde dos grandes perspectivas:
1)
La hermenéutica: Trabajo no tiene carácter
objetivo, discursos contendientes alteran, cambian el sentido del Trabajo.
2)
Concepción objetivista: Independiente de cómo es
valorado por la sociedad; sería el medio de creación de la riqueza material o
inmaterial y de circularla.
Marx dirá que el trabajo humano
existe dos veces, una idealmente como proyecto en la mente del que trabaja y
otra como actividad concreta (Marx, 1972) El trabajo es una actividad
objetivo-subjetiva.
“Por darse en torno al trabajo
una disputa de clases, estas formas dominantes de verlo no independientes de
los flujos y reflujos de dichos conflictos colectivos” (p. 3)
Podemos identificar varios
periodos en el capitalismo moderno en los que ha sido diferente el papel del
concepto de trabajo en las teorías sociales: a) de la revolución industrial a
la segunda mitad del XIX, b) de finales del XIX a la gran crisis del 29, c) del
29 a los años sesenta y d) años setenta a la fecha.
1.
La
teoría clásica
Hasta la segunda mitad del XIX la
E.P. dominó sobre las otras ciencias sociales. Concepto de trabajo fue central
y fue entendido como creador de valor (Ricardo, 1962). “Está implícito un
concepto de clase social, desde el momento en que el origen de la ganancia y
del salario no son los mismos”. Marx llevó a su consecuencia lógica esta línea
de pensamiento: Ganancia proviene del trabajo no pagado al obrero (Marx, 1974).
Las categorías de “El Capital”
fueron pensadas sobre todo para el trabajo industrial de la época de Marx,
Dieron poca importancia al trabajo de servicios y cuello blanco. De la misma
forma el trabajo de reproducción (familia) es considerado como no productivo.
2.
Segunda
mitad siglo XIX a la crisis del 29
Ascenso del movimiento obrero que
no fue reconocido inmediatamente como clase por el Estado, ni en general se
habían constituido instituciones de mediación del conflicto interclasista.
Surge el marginalismo que relega
al trabajo como concepto central de la economía. Sistematiza y formaliza su
concepto de actor económico racional; por el otro lado las nacientes ciencias
sociales rescatan aspectos morales en la acción y sociedad.
Se pone el acento en la utilidad
de la mercancía; el valor de la mercancía se hizo depender del mercado. En la
misma línea Walras (1954) acuño un nuevo concepto de ciencia económica como
ciencia libre de valores, deductiva, semejante a las matemáticas, que utiliza
tipos ideales.
Supuestos duros de esta economía:
a) Racionalidad
de los agentes.
b) Ceteris
Paribus: se construyen modelos como si fuera posible controlar variables;
modelo tiene más carácter normativo que explicativo.
c) Las
instituciones extraeconómicas no cuentan en la modelación (externalidades o
fallas del mercado).
d) Competencia
perfecta y tendería al equilibrio; en este punto los agentes maximizan sus
utilidades.
En este periodo surgió la primera
Sociología industrial con Elton Mayo. Critica a Taylor: papel de los
sentimientos en el trabajo y la importancia de los liderazgos naturales y los
grupos de referencia para el buen desempeño productivo. Buscaba la cooperación
de los obreros y encontrar una ciencia total del trabajo, no reducida a la
economía, para hacer el proceso productivo predecible.
3.
De la
revolución de octubre de 1917 – crisis del 29 a los años sesenta
Los dos sucesos del encabezado
trataron de ser domados a través de instituciones reguladoras del conflicto
interclasista y de la economía. Es el periodo del Estado Social, del Estado
benefactor e interventor de la economía, centro en la negociación colectiva y
la seguridad social.
Pierden terreno los neoclásicos y
lo ganan los keynesianos e institucionalistas de la economía. Keynesianismo no
declaró ilegítimos a los sindicatos (para los neoclásicos serían monopolistas
de la fuerza de trabajo que impedirían llegar al equilibrio), sino
organizaciones con las que hay que convivir. Intervención del Estado se hace
necesaria para lograr el pleno empleo.
En sociología son conocidas las
críticas de Parsons al individualismo metodológico, a la concepción de los
fines como dados y no culturalmente construidos.
El paso de la sociología
industrial a la del trabajo implicó poner en el centro de la reflexión no a la
empresa sino al trabajador como actor y destacar principalmente los problemas
de poder al interior de las relaciones laborales. El marxismo que predominó en
la época fue uno estructural.
4.
Crisis
de los años setenta: el neoliberalismo y el nuevo institucionalismo, la
desilusión posmoderna.
Años setenta hay una reactivación
del conflicto de clases. “Se dio junto a los que algunos consideran los límites
de la política keynesiana y del Estado Social, en cuanto a conciliar
acumulación del capital con legitimidad utilizando para ello el gasto público”
(p. 8)
Los cambios estructurales entre
los trabajadores son ciertos, sin embargo la importancia de los asalariados en
la PEA sigue siendo suficientemente alta como para tomarlos en cuenta.
Con respecto a las subjetividades
hay dos grandes soluciones que nos parecen insatisfactorias (p. 15):
-La estructuralista: estructuras
determinan subjetividad.
-La del actor racional: identidad colectiva como un recurso más para obtener máximo beneficio de acuerdo con los recursos utilizados.
-La del actor racional: identidad colectiva como un recurso más para obtener máximo beneficio de acuerdo con los recursos utilizados.
“En la primera perspectiva las
identidades son introyectadas socialmente, impuestas por la sociedad; en la
segunda son simples recursos estratégicos que el actor puede utilizar para
mejorar su juego” (p. 15).
No cabe hablar del contenido
abstracto de la subjetividad sino de la subjetividad como proceso de dar
sentido a determinadas situaciones. Subjetividad puede reconocer la
discontinuidad, la incoherencia y la contradicción. “La identidad entendida
como forma específica de subjetividad en tanto sentido de pertenencia
colectiva, con sus signos compartidos, su memoria colectiva, sus mitos
fundacionales, su lenguaje, su estilo de vida, sus modelos de comportamiento y
en niveles superiores sus proyectos y enemigos comunes" (p. 15).
La transformación molecular de
las prácticas y subjetivaciones puede conducir a la transformación de la
identidad.
“La vida en el trabajo puede ser
diferente según las características tecnológicas, organizacionales, en
relaciones laborales de los trabajadores; también dependiendo de su
calificación, etc. Las diferencias pueden ser nacionales, regionales o locales.
Pero la heterogeneidad de la clases obrera y de sus mundos de experiencia no es
una novedad en la sociedad postindustrial, sus componentes específicos si lo
son” (p. 18)
La reestructuración capitalista
está significando dos tipos de grandes cambios en los mundos del trabajo. Por
un lado, en el trabajo formal la introducción de nuevas tecnologías, nuevas
formas de organización del trabajo, la flexibilidad interna y cambios en
calificaciones. Por el otro, la precarización de una parte del mercado de
trabajo; empleo informal, a tiempo parcial, subcontratación, etc. “Valdría la
pena analizar si hay posibilidad de nuevas identidades a partir de dichas
transformaciones” (p. 20).
En síntesis, no queda en el
actual periodo una sola concepción de trabajo y su importancia como concepto en
las teorías sociales. “El neoliberalismo busca relegarlo teórica y
prácticamente, el nuevo institucionalismo reconocerlo pero en acuerdos con el
capital, la postmodernidad despreciarlo” (p. 21).
Gracias Tío
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